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Día 5

    Como explicó Kate en algunos de los mensajes anteriores, el propósito de Experimenta la Prosperidad es el de comprobar la teoría de que automáticamente atraemos lo bueno de la vida a nosotros al servir a los demás a través de bendecirlos. Cuando nos dedicamos a bendecir a los demás, dejamos de tratar de controlar cosas, personas y oportunidades, y así entramos en un estado de apertura a recibir. Al dejar de estar tan centrados en nosotros mismos, nos volvemos participantes activos en el dar y recibir natural de la vida. Kate quisiera compartir contigo una vieja historia, la cual creo que ilustra esta verdad de manera extraordinaria:

    Hubo una vez un hombre muy curioso a quien se le dio permiso de visitar tanto el Cielo como el Infierno mientras aún estaba vivo. Primero viajó al Infierno, y ahí vio un gran salón con un gran banquete, donde millones de personas estaban sentadas en largas mesas que estaban hermosamente decoradas y tenían alimentos y bebidas en abundancia servidos en platos de oro sólido y en copas de brillante plata. El hombre inmediatamente se sorprendió por lo que vio, porque en lugar de disfrutar los espléndidos alimentos, la gente aparentaba estarse muriendo de hambre y abiertamente lloraba y se quejaba. Después de inspeccionar de nuevo la situación, el hombre descubrió la razón. Las cucharas y los tenedores que tenían las personas eran más largos que sus brazos, así es que aunque podían tomar la comida con los cubiertos, no la podían llevar a sus bocas. Esto era verdaderamente un Infierno, pensó el hombre, estar frente a tales banquetes y no poder comer.

    A continuación, el hombre visitó el Cielo. Ahí, también, vio a millones de personas sentadas en las largas y elegantes mesas que llenaban el gran salón de banquetes del Cielo. Y tal como había visto en el Infierno, había comida de todos los tipos en frente de ellos. Aquí, el hombre observó que al igual que en el Infierno, las cucharas y los tenedores que tenía la gente eran más largos que sus brazos, así es que, tampoco eran capaces de alimentarse. Pero en lugar de lamentarse y llorar como lo hacían los que estaban en el Infierno, la gente aquí en el Cielo estaba bien alimentada y llena de júbilo. Y entonces fue cuando se dio cuenta del porqué. No se estaban tratando de alimentar a ellos mismos. Se estaban alimentando los unos a los otros.

    No conozco tu situación actual. Has de haberte unido a Experimenta la Prosperidad porque tenías curiosidad y simplemente querías ver qué iba a suceder. O puedes haberte unido porque estás muy mal económicamente hablando y no sabes qué hacer ahora.

    Pero de cualquier forma, tan solo el hecho de tener acceso a internet y que puedas recibir estos mensajes indica que tienes más riquezas que una gran parte del mundo. Es muy probable que, ahora mismo podrías sacar diez pesos (0.80 USD) de tu bolsa y se los podrías dar a alguien más, sin que los extrañaras en lo más mínimo. Hay gente alrededor del mundo que tienen ingresos diarios menores a esa cantidad. Así es que sin importar lo pobre que te sientas, eres RICO en comparación con mucha gente. Empieza de inmediato a recordarte esta verdad con frecuencia, haciendo esto a diario hasta que sientas que tus pensamientos empiezan a cambiar de tal forma que, sin importar lo que hayas sentido que era tu circunstancia anterior, empezarás ahora a sentir que ya eres RICO.

    Pensamiento del Día:

    “El que mantiene, poco tiene. El que reparte, tiene mucho.” –Lao Tzu

    Afirmación del Día:

    “Este es un universo abundante. Siempre tengo más de lo que necesito. Siempre tengo riqueza para repartir.”

    Ejercicio del Día de hoy:

    Poco después de haber creado el Reto de las Bendiciones, recibí un mensaje de una persona diciéndome enfáticamente que bendecir era el trabajo de Dios y que nosotros, simples mortales, no teníamos ni el derecho ni la autoridad para bendecir a los demás. Aunque ciertamente respeto el derecho que tiene esta persona de pensar así, el primer pensamiento que tuve después de leer su mensaje fue el de preguntarme por qué se nos da con tanta facilidad maldecir, sin cuestionarlo, pero cuando se trata de bendecir estamos tan limitados.

    Al buscar las palabras apropiadas para responderle, fui en busca de uno de mis libros favoritos.“Bendecir, El Arte y la Práctica” de David Spangler. Y ya que ahora reconozco que el primer paso necesario para convertirse en un despachador de bendiciones es creer que sí podemos serlo, pensé que sería apropiado el día de hoy compartir las palabras de Spangler contigo.

    “Nuestros ancestros reconocieron que las bendiciones podían venir tanto de lo sagrado como de ellos mismos”, escribe Spangler. En muchas culturas antiguas, las personas se bendecían unos a otros regularmente, bendecían sus trabajos, sus artesanías, sus casas, sus animales y cosechas, y pedían bendiciones de cualquier Fuente que consideraran trascendente o divina. Tenían una perspectiva acerca de su identidad y rol espiritual en el universo que apoyaba un sentido de poder bendecir, teniendo el derecho y la responsabilidad humana.

    “Ésta se ha visto afectada seriamente en los últimos 200 años. Desde el inicio de la era industrial, el pensamiento occidental se ha visto dominado por un punto de vista del mundo racional y materialista que ha generado duda acerca de la idea de que todos tenemos una identidad espiritual como un todo. Igualmente, el Siglo XX, con sus guerras, sus intentos por “limpiar” a través de los genocidios y racismos, sus ataques sobre la integridad y la salud de la biósfera, su totalitarismo y sus terrorismos, no pinta una imagen particularmente espiritual de la humanidad.

    La frase ‘naturaleza humana’ ha sido utilizada con frecuencia como pretexto para los más atroces comportamientos, implicando que no lo podríamos haber hecho de otra manera. El decir que tenemos virtudes se pierde en la maldad que los seres humanos pueden hacer. Llegamos al inicio del nuevo milenio dudando acerca de si podemos hacer cosas buenas en el mundo y por lo tanto mucho más dudando si podemos ser la fuente de bendecir.

    “Mientras que no podemos negar o ignorar los lados oscuros del comportamiento humano, no debieran ensombrecer nuestra capacidad de amar, de preocuparnos por los demás, de tener compasión y de saber expresar el espíritu. Como lo he dicho, el hecho de que podamos maldecir no significa que no podamos bendecir. Y el primer paso hacia las bendiciones es aceptar que esto es así.”

    Acciónes del Día:

    1. Si tienes dudas acerca de tu propia habilidad de ser una bendición, entonces escribe esas dudas en tu Diario de Bendiciones.
    2. Encuentra un contenedor lo suficientemente grande para que pueda mantener el equivalente a tres meses de monedas o billetes y colócalo en un lugar donde lo puedas ver a diario. (El de Kate está en su mesita de noche). Imprime o escribe la afirmación del día de hoy en un pedazo de papel que le quede al contenedor y pégalo ahí, para que fácilmente puedas leer las palabras. Entonces, comenzando con el día de hoy, y por el resto del experimento, pon cuando menos diez pesos (0.80 USD) por día en el contenedor. Si puedes poner más, hazlo. Cuando pongas el dinero en el contenedor, lee la afirmación, si es posible en voz alta, repitiéndola tres veces. Al final del experimento le darás este dinero a alguien que lo necesite, pero por ahora, no te preguntes a quién se lo darás, sólo preocúpate de poner el dinero cada día en el contenedor y de repetir la afirmación tres veces. NOTA: Si verdaderamente no puedes prescindir de los diez pesos (0.80 USD) por día, pon lo que puedas. Pero comprométete a poner dinero a diario en el contenedor, y si, definitivamente, no puedes poner un solo centavo en el contenedor, busca el contenedor de todas manera, colócale la afirmación, pon el contenedor donde fácilmente puedas verlo a diario, y cuando menos tres veces al día repite la afirmación mientras te visualizas llenando el contenedor con la intención de darle el dinero a alguien más.
    3. Continúa bendiciendo a aquéllos a quienes elegiste en tu acción anterior.

    “Si podemos amar, podemos bendecir. Todas las bendiciones surgen de una fuente de amor, ya sea que esta sea el corazón humano o el corazón de la creación” -David Spangler, “Bendecir, el Arte y la Práctica”