Como ya sabes, la forma en la que pensamos, sentimos y actuamos le da forma a nuestras percepciones del mundo que vemos. Lo que generalmente no nos damos cuenta es cuántos pensamientos del mismo tipo, cuántas imágenes mentales y emociones tenemos a diario, jugando con ellas de manera repetitiva, hasta que se convierten en los pensamientos habituales que colorean y le dan forma a nuestro mundo, motivando y dirigiendo cada pensamiento, palabra y acción. Una vez que un hábito se imprime en nuestra consciencia, sea positivo o negativo, domina, y la mente y el cuerpo reaccionan en consecuencia.
Cualquiera que haya manejado alguna ruta de manera diaria, sabe lo fácil que puede manejar la misma ruta inconscientemente. Una vez que un hábito se forma, tendemos a seguirlo sin pensar, de la misma manera que inhalamos y exhalamos sin estar conscientes de lo que estamos haciendo. Una vieja historia ejemplifica qué tan profundo se imprimen nuestros hábitos y qué tan fácilmente, a menos que estemos muy entonados, les permitimos que tomen el control de nuestras vidas. Cuando la gran biblioteca en Alejandría se quemó completamente, se dice que sólo un libro quedó en perfecto estado, y que este contenía el secreto para transmutar el metal en oro.
Además, se decía que el libro eventualmente cayó en las manos de un hombre muy pobre que encontró entre sus páginas una frase en particular que le cambió la vida: “La piedra de toque necesaria para convertir los metales en oro se encuentra en las costas del Mar Egeo.” La historia daba la ubicación aproximada de la piedra y reportaba que sería fácilmente reconocible porque cualquiera que la encontrara sentiría su calor y sabría de inmediato que era la piedra de toque. Ansioso por tenerla, el hombre vendió todo lo que poseía, abandonó a su familia y amigos, y se dirigió a la porción de costa que se indicaba en el libro, en busca de la piedra de toque.
Para su mala suerte, cuando llegó a la costa, se encontró la playa llena de millones y millones de pequeñas piedras de tamaño similar. Sería prácticamente imposible encontrar la piedra de toque entre todas estas piedras, y agobiado por la magnitud de la tarea, se tiró al piso a llorar. Sin embargo, pronto, su deseo por conseguir la piedra de toque superó su tristeza y se puso a trabajar, recogiendo una piedra a la vez, sosteniéndola en sus manos para verificar la historia del calor en la mano y así lanzándola al mar al ver que no había tal calor.
Pasó un año, y en ese tiempo, el hombre había recogido miles y miles de piedras, pero cada una era tan fría como la anterior, así es que la tiraba al mar. Finalmente, después de que pasaron tres largos años y de que había aventado cientos de miles de piedras al mar, el hombre se agachó a recoger otra piedra y en el momento que la tocó supo: La piedra no estaba tibia, estaba caliente, casi quemaba la piel. “Eureka!” gritó, y entonces, con el mismo gesto habitual que había utilizado durante los pasados tres años, aventó la piedra en el mar.
Como el hombre del cuento, a menos de que estemos conscientes de nuestros pensamientos, emociones y acciones, corremos el riesgo de convertirnos en víctimas de nuestros hábitos. Una vez que nos damos cuenta de un hábito, tenemos la habilidad de romperlo o cambiarlo, pero mientras sigamos inconscientes de su presencia, nos tiene bajo su control. Habiendo dicho esto, es también importante recordar que pocos hábitos se cambian de la noche a la mañana, así es que no seas impaciente contigo mismo cuando todos estos nuevos pensamientos positivos que tanto quieres imprimir en tu mente de repente sean vencidos por unos pensamientos malos.
Estás cambiando en extraordinarias formas positivas, pero los pensamientos producto del hábito pueden surgir de vez en cuando. Cuando te veas cayendo presa de un viejo hábito, simplemente detente y cambia tu pensamiento. No te digas que no tienes remedio y que es mejor darse por vencido. Así hablan las víctimas y tú no eres una víctima. Eres un ganador.
Decide convertirte en la persona próspera que quieres ser y antes de que lo sepas, estarás deshaciéndote de los patrones de fallar, enfermedad, limitación, odio, celos y preocupaciones y cambiándolos por pensamientos de éxito, salud, felicidad, amor y confianza. Así es como se desarrolla el hábito del pensamiento próspero. Un pensamiento positivo a la vez.
Pensamiento del Día:
“El caer en un hábito es comenzar a dejar de ser.” –Miguel de Unamuno, de El Sentido Trágico de la Vida
Afirmación del Día:
“Transformo los hábitos de mi naturaleza anterior en hábitos de oro de un nueva y próspera naturaleza y lo hago con facilidad y confianza.”
Habrá momentos, en los próximos días, donde nada de lo que desees suceda. Se presentarán obstáculos ante tu progreso tan altos y sobrecogedores como el Himalaya y los valles de la desesperación se aparecerán frente a ti en todas direcciones hasta donde alcances a ver.
Y en otras ocasiones, sólo verás la felicidad absoluta. Tus relaciones, tus finanzas y tu salud florecerán y te considerarás abundantemente bendecido.
Y en medio de cada uno de estos momentos tanto de buena como de mala fortuna, solo hay algo de lo que puedes estar absolutamente seguro: Esto también pasará.
En su libro, “Cambia tus Pensamientos, Cambia tu Vida” (“Change Your Thoughts ,Change Your Life)”, el autor Dr. Wayne Dyer escribió “Como la mayoría de los humanos, probablemente deseas que lo que hay a tu alrededor sea permanente, constante, confiable, seguro y predecible. Sin embargo, tu realidad insiste inequívocamente en que consideres lo contrario y lo impredecible que se presenta en cada experiencia que tienes. Después de todo, hasta el paisaje que está a tu alrededor está lejos de ser ordenado: Las cadenas montañosas suben y luego bajan hacia los valles. Los árboles rebasan a los arbustos y las formas de las nubes a veces son extremadamente negras y a veces completamente blancas. En cada perfecto día soleado, hay una tormenta escondida y en cada tormenta de lluvia, hay una sequía esperando su turno…Cambia tu forma de ver los picos y los valles de toda la vida hacia una actitud que te permita descubrir lo que está escondido en ambas experiencias. Comienza a ver el todo, en vez de la buena o mala fortuna. Ve los opuestos como parte de un todo, en vez de verlos como sorpresas interruptoras… Lo que llamas “mala” suerte tiene algo “bueno” esperando salir porque es la otra mitad.”
Cuando nos convertimos en Repartidores de Bendiciones, no es que cambiemos sino que nos adaptamos mejor a los cambios constantes que ya están ocurriendo. La vida está siempre en movimiento, después de todo, nunca para, nunca descansa, siempre se mueve. Como decía Einstein, “Nada sucede hasta que algo se mueve” y en el contexto de nuestras vidas algo siempre está sucediendo. Aun cuando parece que sí, un momento nunca es exactamente igual al momento anterior, y en el flujo de la vida, los picos y los valles y todos los niveles intermedios son la norma.
La vida, hasta una abundantemente bendecida, no fluye por un riachuelo recto y angosto y siempre perfecto. El riachuelo de la vida gira y se curvea de maneras muchas veces inesperadas, y en un momento puede aparentar tranquilo y calmado en la superficie, y de repente gira de maneras salvajes y rápidas. Y en todos estos cambios que se presentan, siempre tenemos opciones. Cuando la vida no va por el riachuelo recto y angosto que quisiéramos que siguiera, podemos elegir culpar y proyectar enojo, haciendo que algo o alguien más sea el villano. O podemos recordar que una cosa sólo es “mala” porque así la ve el pensamiento, y entonces podemos elegir pensar de nuevo. Siempre, siempre, siempre, podemos recordarnos que cualquier cosa que estemos experimentando actualmente es tan solo el escenario de la vida, y así como el escenario en cualquier carretera pasa, esto también pasará.
Podemos, como sugiere el Dr. Dyer, elegir ver el todo en lugar de la mala o buena fortuna. Y cuando permitimos que ésta sea nuestra elección, nuestra aceptación se convierte en una bendición para cada persona, cada lugar y cada circunstancia que enfrentamos.
La Acción del Día:
- Lee nuevamente tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las diez cosas de tu lista de Agradecimientos.
- Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso.
- Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
- Pasa el día notando cambios. Nota qué fácil se desvanece una experiencia en otra. Tan sólo observa la vida cambiando a tu alrededor, observando los cambios sin juzgar, tan fresca y tranquilamente como si estuvieras observando las nubes pasar en un día hermoso. Al hacer esto un poco cada día gradualmente te entrenarás a observar la vida de la misma manera, sin emitir juicios y sin preocuparte. Y de esta manera, toda la vida está bendita y se convierte en una bendición.
“Con cada cambio encuentro una bendición”
“El progreso es imposible si no hay cambios, y aquellos que no pueden cambiar su forma de pensar no pueden cambiar nada”– George Bernard Shaw