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Día 24

    Desde que somos pequeños, nos dicen una y otra vez que es mejor dar que recibir. Al llegar a la edad adulta, hemos creído tanto en esto que llegamos a creer que los que están abiertos a recibir son egoístas. Sin importar cuánto pensemos que es mejor dar, el hecho es que no podemos dar hasta que hayamos recibido. Somos parte del dar y recibir de la vida, el baile universal del equilibrio, el flujo y reflujo que mantienen todo en orden divino. Y hasta que tengamos algo, no será posible dar. Por eso, así como la playa acepta la marea antes de dejarla ir, así debemos abrirnos a recibir antes de dar a los demás.

    En las últimas tres y media semanas, el dar ha sido una parte diaria de este experimento. A medida que has ido bendiciendo a los demás y colocando dinero diariamente en el contenedor, estás completando el primer paso de esta fórmula universal. Pero si no completas el segundo paso de este proceso, el cual es esperar que también tú recibas, cerrarás el canal por medio del cual cualquier bonanza puede fluir y al final de este experimento, probablemente estarás en el mismo lugar donde comenzaste.

    Seguramente hasta ahora, no has estado esperando que se te regrese lo que has estado dando. El recibir no es algo muy natural para la mayoría de nosotros. Muchas veces, ni siquiera sabemos aceptar halagos, mucho menos aceptar abiertamente las cosas sobre las que se puede colocar un valor monetario. Nos decimos que sacar algo de lo que damos es equivalente a pecar, así es que destruimos cada esperanza de que se regrese algo. Pero la verdad es que tanto el dar como el recibir son partes de la celebración de la vida. Uno no puede suceder sin el otro. Debemos estar dispuestos tanto a dar como a recibir. Y si no, quizá sea tiempo de que comiences a flexionar los músculos de la expectativa.

    En su libro, La Llave, el autor Joe Vitale escribe que hace tiempo, decidió adoptar la creencia de que cada vez que daba o gastaba dinero, se le regresaría multiplicado por diez. Trabajó para inculcar esta creencia en su mente hasta que comenzó a notar los retornos en múltiplos de diez. “Conscientemente elegí esta creencia de que entre más dinero gastaba, más dinero recibía,” dice Vitale. “Bueno, eso no hace sentido. Si se lo dices a un Contador, a un empresario, a un banquero, todos te dirán, ‘Ah, Joe, si gastas dinero, tendrás menos.’

    “Pero yo hablo de la reinterpretación de cómo funcionan las cosas, así es que gasto dinero y en cuanto lo hago, comienzo a buscar a mi alrededor diciendo, ‘Wow, me pregunto de dónde va a regresar el dinero multiplicado por diez.’ Así es que fácilmente compro cosas y gasto, pero como espero ¿que más venga en camino porque estoy gastando, siempre regresa, y se desborda hasta el punto de que puedo crear buenas causas y puedo contribuir para ayudar a otras personas – He ayudado a mi familia y he “”ayudado a mis amigos. Y por supuesto puedo permitirme comprar cosas tan caras como automóviles aun cuando ya tengo autos y aun cuando trabajo desde mi casa. Ni siquiera tengo que manejar a ningún lado.”

    La verdad es que podemos tener lo que queramos, pero debemos aceptarlo mentalmente primero. Hasta que lo hagamos, es muy probable que no llegará, no importa cuánto lo deseemos y pensemos que tenemos que tenerlo. La llave principal para la aceptación mental es estar dispuesto a dar y a esperar que se nos regrese.

    En las últimas tres y media semanas, has probado que eres dadivoso. Ahora es hora de probar que eres bueno para recibir también. Así es que a partir de hoy, conscientemente espera recibir algo a cambio de todo lo que le das al mundo. Pide que sea un retorno del 100%, o que se te regrese multiplicado por diez o por mil, si así lo deseas. Pero comienza ahora mismo a esperar que todo lo que das y cada centavo que gastas se te regrese. Cada vez que gastes diez pesos en la tienda, espera ver que se te regrese esa misma cantidad cuando menos fácilmente y sin esfuerzo. Cada vez que coloques dinero en tu contenedor, espera que por cada centavo que des, se te regresará más.

    Obsérvate dejando que entre más y más en tu vida. Visualízate, afírmate y créelo. El recibir es una parte vital del proceso, y si no estás dispuesto a recibir, no se puede completar el proceso.

    Pensamiento del Día:

    “Entre más fácilmente puedas recibir, más fácilmente te dará el Universo.” –Sanaya Roman y Duane Packer

    Afirmación del Día:
    “Estoy listo para recibir. Estoy recibiendo ahora.” 

    En ocasiones, ser despachadores de bendiciones de tiempo completo, puede ser abrumador. Al ir bendiciendo a todos y a todo en nuestras vidas, nos involucramos de tal manera en lo que estamos haciendo, botando cualquier resistencia que surja, e imaginándonos lo mejor para todos los involucrados, que nos olvidamos de que tan solo somos el conducto a través del cual fluyen las bendiciones.

    Comenzamos a sentirnos responsables de todo lo que sucede cuando bendecimos. En resumen, tratamos de controlarlo todo.

    Cuando esto suceda, puede ser que te encuentres diciendo cosas como:

    “Este problema es demasiado grande para mí. No sé ni cómo comenzar a bendecirlo”.

    “Esta persona necesita tanto. ¿Qué tal si mis bendiciones no funcionan?”

    “Después de bendecir esta situación, ¿entonces, qué se supone que tengo que hacer?”

    “He bendecido y bendecido y bendecido, y nada ha cambiado. Quizá no sirvo para bendecir, o quizá las bendiciones no funcionan”.

    Cuando te vengan a la mente este tipo de pensamientos, sólo hay una cosa que puedes hacer: DEJA DE PENSAR Y COMIENZA A BENDECIR.

    Tu trabajo no es el de definir cómo va a funcionar una bendición, si va a funcionar la bendición o si una bendición es algo apropiado para la situación. Tu trabajo es simplemente bendecir. No necesitas usar tu intelectualidad. Sólo necesitas bendecir. La bendición por sí misma, proporcionará las respuestas que necesites.

    Cuando acalles tus argumentos internos al bendecir, harás a un lado cualquier resistencia que surja y al hacerlo, elevarás tu vibración así como la vibración de la persona, lugar o situación que estés bendiciendo. Y al elevar la vibración alrededor de cualquier persona o cosa, elevas la vibración y transformas al mundo.

    Tu bendición en realidad vale todo el esfuerzo que requieras para efectuarla.

    Acción del Día:

    1. Lee nuevamente tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las diez cosas de tu lista de Agradecimientos.
    2. Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces.
    3. Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
    4. Todos los días, los que estamos en este reto solicitamos bendiciones para nosotros y para otros. Para los que efectúan el reto de manera abierta, lean algunas de las peticiones de sus compañeros y mándenles bendiciones mentales y escritas durante el resto del Reto de las Bendiciones, para los que lo hacen de forma oculta, manden bendiciones mentales a sus compañeros – sin necesariamente identificar nombres – durante el resto del Reto de las Bendiciones, dedica tiempo cada mañana y cada noche para mandar bendiciones a la persona o personas que has elegido. Imagina lo mejor para ellos y satura la bendición con luz y amor y paz. Si encuentras el correo electrónico de la persona y sientes ganas de comunicarte con ella, mándale una nota y déjale saber que le estás enviando bendiciones. Tan solo saber que otras personas están bendiciéndonos de manera activa y consciente es una bendición por sí misma, así es que no dudes compartir tu deseo de bendecir con aquellos que lo han pedido.

    “Aun cuando no tengo ganas de bendecir, puedo bendecir”.

    “…experimenta con el arte de bendecir. Explóralo. Sé pragmático. Nos corresponde a todos evitar todo ritual o “clonación espiritual”, como dice Rabbi Garai. Bendecir no es un truco de magia. Pero si perseveras y dejas que el corazón hable, perdonando tus propias resistencias, los frutos se manifestarán con la misma certeza con la que las plantas florecerán en la primavera”. — Pierre Pradervand