Saltar al contenido

Amor, alegría y trabajo, claves para tener un proposito.

    Muchas personas vivimos extraviadas, no entendemos claramente por qué estamos aquí. De alguna manera intuimos que nuestro propósito en esta vida trasciende más allá de seguir una rutina de trabajo, familia y estándares sociales, pero no sabemos con exactitud qué hacer, como manejarnos. Mientras tanto la vida se nos va pasando en el remolino de situaciones, muchas veces obligamos a nuestro sentido de orientación a guiarse por las pautas del entorno. Finalmente terminamos tan perdidos en nuestra propia piel que luego no conseguimos nuevamente el rumbo. He pasado casi 6 años reencontrándome, honestamente creo que he avanzado poco; sin embargo, se han encendido tres luces en el camino que me van guiando de vuelta a casa: ser más amor, vivir en alegría y trabajar más. Estos tres objetivos han sido los que verdaderamente me sostienen en la tarea de convertirme en un mejor ser humano y aportar algo a la humanidad.

    Realmente creo que pocas veces experimentamos amor verdadero aunque estemos rodeados de el. Nosotros mismos generamos los bloqueos que impiden que esta energía se filtre hacia nuestros átomos. Creo que le principal bloqueo hacia el amor es la crítica, hacia nosotros y hacia otros. Es imposible amar sintiendo dudas, culpa, miedo o criticando. No podemos amar aspectos de alguien y renegar de otros que. O amamos todo o no estamos amando. Así mismo, no podemos sentir el amor de otros, sintiendo que existen partes de este que no están bien. No quisiera dar la idea equivocada que amor significa aceptar cosas perjudiciales, tolerar pereza, ser débiles o dejarnos arrollar. Amar significa tomar responsabilidad de mí y del otro; buscar caminos que obliguen a trasfórmanos en alguien mejor, no porque haya algo malo en nosotros, sino porque siempre podemos ser mejores. Para amar debemos ver ese potencial magnifico de cada uno de nosotros, enfocarnos en lo “malo” nos impide ver ese potencial. Cuán difícil y duro es amar. Sobretodo si estamos encerrados en nuestro propio ego. Como bien decía Teresa de Calcuta «ama hasta que te duela», no porque el amor deba doler, lo que duele es el ego partiéndose y dejando paso al real ser. Uff! y como duele, es solo para valientes perdonar y aceptar a los demás. Bendito sea Él, que nos sostiene y nos permite liberarnos, aunque sea de a poco de las capas del ego. Así que de aquí en mas, pregúntate ¿cuanto amas de verdad? ¿Cuanto te amas a ti mismo, como para llevarte a niveles de superación mayores? ¿Cuanto amas a los que te rodean como para inspirarlos a superar sus propios limites? ¿Cuanta belleza ves a tu alrededor? ¿Cuan agradecido eres? Todo esto te lleva inevitablemente a manifestar amor verdadero y desinteresado.

    La alegría es una energía, no es un sentimiento. Es una energía igual que el amor. La alegría es una sustancia que debe ser absorbida por nuestro ser para crear belleza y armonía en donde quiera que estemos. La alegría no depende de lo que sucede en nuestro entorno, depende de cuanto de esta energía estemos eligiendo manifestar. Elegimos ser alegres a través de nuestros pensamientos; todo pensamiento, emoción, palabra y acción perjudicial está acumulándose para acortar nuestra vida (creamos muerte) y generamos caos para nosotros y para los demás. Finalmente debemos elegir ser feliz. Podemos aportar alegría a los otros dándoles ideales, una esperanza, enseñándoles como resolver sus problemas, ayudándoles a conectar con su espiritualidad, incrementando su capacidad de crear, enseñándoles a compartir, apreciando y agradeciendo.

    Finalmente tenemos el arduo trabajo, tenemos que huir de lo gratuito y fácil. Debemos elegir esforzarnos cada día más de sea cual ser el ámbito en el que nos movamos, elegir siempre dar más a otros, al entorno, al medio. No esperar retribuciones de ningún tipo, solo da más cada día sin medidas.

    Supongo que estas tres maneras de enfrentar la vida nos proporcionan las bases para poder tener un propósito mas elevado. El Creador nos tiene donde debemos estar de acuerdo a nuestro nivel de consciencia. Sin poder darnos ni una gota mas de nada debido a nuestras propias limitaciones e incongruencias.

    No es fácil, pero es posible.