El pensamiento que sostenemos detrás cada acción, es la semilla que se convierte en un frondoso árbol para darnos sombra y cobijo o en un enjambre de espinas que nos obstaculice el camino. Ese instante previo a la acción, define cada uno de los frutos que comeremos luego, sean estos dulces o amargos. Ese acto de crear en nuestra mente el próximo paso que daremos ES en acto en si, es la consciencia de ese acto, y la consciencia lo es todo. Desde servir un vaso de agua hasta las acciones mas elaboradas tienen una intención, un pensamiento que las precede. Esa intención es la que queda registrada en nuestra cuenta espiritual como un debe o como un haber.
Todas las personas estamos siendo dirigidas por nuestros deseos, algunas veces cedemos ante los deseos EGOístas y otras veces nos decantamos por acciones más bondadosas, honestas y compasivas. Sin embargo, no es el hecho físico, manifiesto, ejecutado, el que marca la pauta. Sino la motivación interna que nos lleva a ejecutar dicho acto. Por ejemplo: Puede una persona hacer un gran acto caritativo. Pero este acto esta motivado por la necesidad EGOísta de generar reconocimiento dentro de su comunidad. O la misma persona puede hacer un acto espontáneo y honesto de compartir, sin mas intenciones que generar bienestar en su entorno. Evidentemente aquel que comparte esperando un reconocimiento externo esta sembrando caos y miseria en su propia vida. A diferencia de aquel que esta consciente que tiene la capacidad de impactar a su entorno de manera positiva con cada acto de compartir.
Otro ejemplo: Muchas veces callamos u ocultamos verdades para ser aceptados o congraciar con las personas. Un empresario, puede tener claro que esta asociado con personas no tan honestas y por conveniencia obvia manejos inadecuados de dinero y relaciones, para no perder oportunidades de negocio.
Esas agendas internas que nos inclinan a actuar pensando solo en provecho individual, son los ladrillos con los que construimos nuestra vida. Es por esto que debemos tener claras las motivaciones que nos llevan a actuar, ya que esto es lo que le da forma nuestra espiritualidad.
Espiritualidad es estar constantemente conectados con nuestra habilidad de compartir dar, amar incondicionalmente, crear para que otros se beneficien, manifestar nuestra luz para iluminar a otros. Cuando suprimimos estos dones por acciones EGOístas la conexión con nuestro espíritu y abrimos las puertas a experiencias desagradables. Espiritualidad es estar conscientes en todo momento de por qué hacemos lo que hacemos. Y la respuesta a esta pregunta debería ser siempre, amor incondicional, cuando impregnamos cada acto de un deseo sincero del bienestar de las personas que nos rodean estamos asegurando nuestro propio bienestar, estamos incrementando de manera acelerada las bendiciones que pueden venir a nuestro encuentro.
“La consciencia es la presencia de Dios en el hombre” Swedenborg
Es importante que empecemos a conectar el por qué de nuestro comportamiento con las situaciones que experimentamos, tal vez ahí encontraremos respuestas del por qué estamos experimentando situaciones de caos y malestar. Dejar a un lado nuestra agenda interna y pensar siempre en compartir, en ser mas humano, compasivo, generoso, amoroso, respetuoso nos lleva sin lugar a dudas a experimentar bienestar donde quiera que estemos. Nos lleva a manifestar el mundo perfecto donde cada ser humano se encuentra seguro, protegido, a salvo y resguardado. Nuestra intención detras de cada acto no debe ser menos que liberar a la humanidad del caos y el sufrimiento.