En Agosto de 1914, poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, el explorador Británico Sir Earnest Shackleton y un grupo de 27 hombres zarparon desde Inglaterra en el buque HMS Endurance. Su misión era la de viajar hasta la Antártida y ser los primeros en cruzar el continente. A pesar de tener un plan muy meticuloso con el que se prepararon para la expedición, antes de que los hombres pudieran llegar a su destino, el buque quedó completamente encerrado en las aguas congeladas de la Antártida muy cerca de la Isla Elefante, manteniendo así a Shackleton y a su equipo cautivos en una prisión helada durante casi dos años. Lo que es sorprendente es que aunque el hielo eventualmente destruyó y hundió el barco, no perdieron a un solo miembro del equipo.
Es más, casi todo acerca de esta extraordinaria expedición es sorprendente. Cerca del final de su terrible vivencia de 22-meses, Shackleton y cinco de los miembros de su tripulación, incluyendo a Frank Worsley, el capitán del Endurance, salieron a bordo de un pequeño barco salvavidas esperando encontrar alguna estación de ballenas, navegando ochocientas millas en tormentosos mares llenos de hielo. Diecisiete días más tarde, con el barco con fugas y el timón roto, los seis hombres finalmente llegaron a la Isla de Georgia del Sur, donde quedándoles tan solo tres días de alimentos y provisiones, Shackleton tomó la decisión que el, Worsley y Tom Crean, uno de los tripulantes, cruzarían la isla – una isla que parecía ser imposible de cruzar debido a sus masivas montañas y glaciares.
Bajo tal presión y a pesar de las pocas posibilidades, uno podría imaginarse que el temperamento de estos hombres habría alcanzado el nivel de quiebre. La paciencia y la consideración no se consideran características que sean utilizadas cuando nos encontramos en situaciones tanto física como mentalmente extremas, pero para Shackleton y sus hombres, eran las que estaban a la orden del día. Como escribió después Worsley en su diario: ―Cuando los hombres están tan cansados como lo estábamos nosotros, los nervios están de punta y es necesario que cada hombre haga un esfuerzo por no irritar a los demás. En esta marcha nos tratamos los unos a los otros con mucha más consideración que lo que habríamos hecho bajo circunstancias normales. Nunca he visto buenos modales aplicados más cuidadosamente que aquellos días por estos viajeros experimentados al estar en una situación de aprieto.‖ La historia de supervivencia de la tripulación del Endurance habla mucho acerca de un comportamiento extraordinario. Especialmente si pensamos como nos comportamos hoy en día cuando experimentamos algo de presión. En lugar de mostrar más consideración, frecuentemente mostramos menos. Cuando nos colocamos en ―lugares apretados‖ es muy posible que nos preocupemos por nuestras necesidades más que por las de nadie más.
Al enfrentarnos con cosas malas, la mayoría de nosotros tendemos a responder mal también. El cuidar no irritar a los demás es para muchos de nosotros, algo lindo que preferiríamos ignorar. Pero si hemos de tomar algo de la experiencia de la tripulación del Endurance, es que la clave para nuestra propia supervivencia depende de que hagamos el mayor esfuerzo por tratar a los que están a nuestro alrededor con consideración y un cuidado genuino. Todos estamos conectados de muchas más formas de las que nos imaginamos. Lo que hacemos por los demás, realmente lo estamos haciendo por nosotros también.
¿Qué fue lo que permitió que estos hombres actuaran de esa extraordinaria forma? Muchos historiadores han escrito que la tripulación del Endurance fue paciente, flexible y fuerte al enfrentarse con la adversidad. La principal ventaja de estos hombres, sin embargo, era el extraordinario liderazgo de Shackleton. Sencillamente, Shackleton siempre se preocupó primero por su tripulación. Ellos eran para el más importantes que la fama y gloria personal. Guiaba con el ejemplo. Como ya lo hemos comentado, en el libro Dar para Recibir, la Tercera Ley Estratosférica del Éxito es la Ley de la Influencia que dice “Tu influencia está determinada por la medida en la que antepones los intereses de los demás a los tuyos.”
A finales del año 2000, los alpinistas Reinhold Messner, Stephen Venables y Conrad Ankers trazaron la ruta de Shackleton como parte de su expedición Nova. Después de experimentar de primera mano las dificultades que experimentó el grupo pionero, Messner remarcó la importancia del deseo de Shackleton por ayudar a sus compañeros de viaje: ―A diferencia de nosotros,‖ dijo Messner, “ellos no tenían idea de las dificultades y el peligro que les esperaban en esa última parte de su odisea. Shackleton simplemente sabía que tenía que llevarles ayuda a los 27 hombres que esperaban en condiciones miserables en el fin del mundo. El auto-rescate de la expedición del Endurance es una historia de alguien que nació perdedor y que en su peor momento, logró llevar a sus hombres a casa mostrando la victoria de la resistencia humana, la administración de riesgos innata y la confianza suprema.”
No hay duda de que Shackleton y sus hombres eran competentes, resistentes y estaban llenos de un valor ilimitado. Pero también no hay duda de que el principal factor en su habilidad para sobrevivir fueron las actitudes de cortesía y la conducta que mostraron los unos a los otros durante el tiempo de su tortuosa odisea. Es muy poco posible que alguno de nosotros lleguemos a encontrarnos atrapados por el hielo en un barco en la Antártida, pero sí es posible que de vez en cuando nos encontremos atrapados en ―lugares apretados‖ donde nuestro valor y tenacidad deben de ser utilizados. Durante estas pruebas, la oportunidad para influir positivamente en los que están a nuestro alrededor se dará en la forma en la que tratemos a nuestros “compañeros de viaje”.
Nunca habrá un momento en el que nuestro deseo por anteponer los intereses de los demás no tenga una influencia positiva en los que estén a nuestro alrededor. Si dudas esto, entonces considera las palabras de la historiadora Carolyn Alexander que escribió en su libro, Atrapados en el Hielo (El Endurance): ―Desde principios de su carrera, Shackleton fue conocido como un líder que pone a su gente primero. Esto inspiraba una confianza inquebrantable en sus decisiones, así como una tenaz lealtad por parte de Frank Wild (en una expedición anterior), quien comenzó la expedición no siendo un gran admirador de Shackleton, pero registró en su diario un incidente que cambió su forma de pensar para siempre. Después de una magra cena, Shackleton a escondidas le dio a Wild una de sus cuatro raciones diarias de galleta. “No creo que nadie más en el mundo podría haber sido más generoso que esto,” escribió Wild, subrayando las palabras. “Juro por Dios que nunca olvidaré esto. Miles de libras no podrían haber comprado esa galleta.”
También es interesante notar que Wild se registró una segunda vez con Shackleton, siendo uno de los de la tripulación del Endurance. De acuerdo a la Señorita Alexander, la lealtad inquebrantable de Wild fue uno de los activos más valiosos de la expedición. Shackleton por supuesto no conocía específicamente la Tercera Ley Estratosférica del Éxito, pero entendía que el poner las necesidades de los demás antes que las suyas podría convertir un fracaso en un éxito. Y fue esa habilidad innata de empatizar con las necesidades de los demás y de darles prioridad lo que inspiró la incomparable lealtad de Frank Wild. Así como lo entendía Shackleton, la mejor forma de resolver nuestros problemas es mirando a nuestro alrededor y encontrando la forma de ayudar a alguien más. Eso no es sólo ser lindo. Eso es trabajar con la ley universal y cuando trabajamos con la ley, la ley trabaja para nosotros.
Pensamiento del Día:
“El primer paso al liderazgo es a través del servicio.” — John Maxwell
Afirmación del Día:
“Estoy bendecido por ser una bendición”
Aqui les dejo el documental sobre la historia del Coronel Shackleton
Aquí les dejo la película
Acción del Día:
- Lee tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de agradecimientos.
- Toma un momento para pararte firmemente con un brazo alzado hacia el cielo, el puño firme como si te estuvieras agarrando de la mano de Dios. Ahora, ya sea verbal o mentalmente repite “Con Dios por Testigo declaro: hoy SOY poderoso, hoy SOY valiente, hoy SOY fuerte, hoy ESTOY libre de miedos, hoy TRIUNFO en todo lo que hago, hoy PROSPERO y VIVO cada momento de este día abrazando mi verdadera naturaleza, SIENDO la persona que estoy destinada a ser. ESTA ES MI VERDAD.” Nota: Lleva siempre en tu bolsa o cartera la tarjeta que escribiste con estas líneas para que la puedas leer cuando sientas dudas o cuando tengas miedo. Y como antes, cada vez que repitas esta afirmación, repite las palabras con la mayor emoción y sentimiento posible, dedicándole cuando menos un minuto a imaginar cada aspecto de tu vida como lo quieres.
- Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso.
- Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
- Lee todas las bendiciones que recibes. Tus bendiciones están haciendo una diferencia. El leer las respuestas te dará la oportunidad de verlo por ti mismo.
- Continua con la actividad del día 69