HISTORIA DE AMOR. Segunda Parte
Imagina como cambiarían nuestras vidas si hiciéramos lo que los monjes de la historia de ayer hicieron, tratando a todos y a todo como si estuviéramos en la presencia de Dios. Si en lugar de encontrar culpas, decidiéramos encontrar a Dios. No tardaríamos mucho en cambiar completamente nuestra percepción de los demás. Si tratáramos a todos en nuestras vidas con tanto respeto y reverencia como naturalmente trataríamos a Dios, no pasaría mucho tiempo antes de que sintiéramos la presencia de Dios en todas partes, en todos y en todo.
Como los monjes, nuestros días se llenarían de sorpresa y esplendor. Como lo dijo elocuentemente Nikos Kazantzakis, “Dios cambia de apariencia cada segundo. Bendito el hombre que puede reconocerlo en todos sus disfraces. En un momento es un vaso de agua fresca, y el siguiente, es tu hijo brincando en tu rodilla o una mujer encantadora o quizá un camino por la mañana.” Cuando nuestros corazones se abren completamente al amor, comenzamos a reconocer a Dios en todos sus disfraces. Somos bendecidos.
Hace muchos años, una pareja que Kate y su esposo consideraban amigos, se enojaron mucho con ellos por algo que estaba fuera del control de Kate. A medida que pasaron los años, su enojo hacia ellos continuaba, y eventualmente la relación se deterioró completamente. En resumen, se volvieron enemigos. Años después, Kate comenzó a estudiar espiritualidad y en el proceso de aprender, decidió eliminar los juicios y ofrecer amor incondicional a todos y a todas las situaciones. Aunque no siempre lo logró, sí hacía un esfuerzo diario y se sorprendió de lo rápido que comenzaron a cambiar las cosas en su vida.
Casi inmediatamente, las cosas que ella juzgaba porque no eran armoniosas en su ambiente comenzaron a mezclarse de manera hermosa. Lo que antes había visto como áspero e inquietante ahora era cálido y confortable. Entre menos culpas vio en los otros y comenzó a enfocarse en las cosas que realmente apreciaba de cada persona, más notaba que se sentía diferente acerca de ella misma. Se sentía más ligera y más libre, como si el juicio que había estado cargando por años era un peso que había logrado quitarse.
Claro, muchas veces, se tropezó. Muy frecuentemente, se daba cuenta de que de nuevo estaba metida profundamente en los juicios. Pero la tendencia de su mente estaba definitivamente cambiando. Y en la medida que lo hizo, su vida cambió también, de la misma manera que la imagen en el espejo cambia en la medida que cambia la persona que se refleja en el. Después de un rato, comenzó a utilizar el enfoque no-juicioso para resolver heridas dolorosas y resentimientos del pasado. Cuando la pareja que mencioné anteriormente venía a su mente, por ejemplo, los imaginaba rodeados de una luz dorada y soltaba su relación con ellos a su Bien Superior. Esto no lo hacía a diario, era solo una pequeña meditación que aplicaba cuando un viejo rencor o dolor se le venía a la mente.
Después de varios años, en el funeral de un amigo mutuo, ella se los volvió a encontrar. Estaban parados en las escaleras de la iglesia a menos de diez pies de distancia y la belleza que ellos irradiaban la impresionó. Podía hasta ver el aura de luz dorada alrededor de sus cuerpos, como lo vio en su imaginación. Se le salieron las lágrimas de alegría y su ser completo se sobrecogió y se sorprendió. Ya no veía a viejos enemigos. Estaba viendo el corazón de Dios. Estaba viendo la manifestación física del amor incondicional.
El amor es lo que vemos cuando elegimos encontrar a Dios en lugar de encontrar culpas. A veces nos enredamos tanto en lo que hacemos a diario que nos olvidamos que encontrar el amor es una mejor elección. Pero como los monjes, siempre somos libres para escoger nuevamente. Todo depende de nosotros. Podemos elegir el entendimiento en lugar del rencor, la alegría en lugar de tristeza, y el amor en lugar de odio. Y en la medida que lo hagamos, nuestras vidas cambiarán de la misma manera. Cuando le pidieron que definiera el amor a la escritora Gertrude Stein, ella respondió, “El amor es.” Que concepto tan hermosamente sencillo y completo. El amor es. Es la suma y la substancia del Universo, de lo que todo está hecho. Es el poder que nos impulsa, la luz que brilla en nosotros y el pegamento que nos une. El amor no es algo que hacemos o sentimos. El amor es, lo que por naturaleza propia, somos nosotros.
El aceptar a Dios como amor infinito nos permite sentirnos dignos y merecedores de lo mejor que puede ofrecer la vida. Podemos vivir más abundantemente, porque nos sentimos merecedores de vivir así. Cuando expandimos nuestra conciencia del amor, comenzamos a reconocer las posibilidades infinitas alrededor de nosotros. Nuestra percepción de la vida cambia y no nos sentimos atados a nuestras viejas limitaciones. El amor borra las barreras hacia lo bueno, removiendo todo matiz de no merecimiento y eliminando las creencias que anteriormente nos ataban. El amor abre las puertas a nuestro bien.
Cada aspecto de nuestra vida mejora. Cuando hacemos las cosas con amor nos sentimos naturalmente más relajados, libres de tensión y estrés. No tenemos que estar “cuidándonos las espaldas”. El amor sembrado nos premiará con el amor cosechado, y sabiendo eso, comenzamos a esperar lo bueno, y así, fluye hacia nosotros. Se disuelven los miedos y las preocupaciones. Nos sentimos benditos y en paz y armonía con el Universo. Nuestras vidas se vuelven alegres, y saludamos a cada día con anticipación y agradecimiento. Adicionalmente, la ciencia está de acuerdo ahora con lo que los filósofos siempre han dicho: Todos somos uno. Esto, por supuesto significa que cuando ofrecemos amor puro a los demás, sin juicios, no solo cambiamos nuestras vidas para ser mejores, cambiamos al mundo entero. Es una buena razón para dejar que el amor prospere en tu vida, ¿no crees?
Pensamiento del Día:
“Encontrarás a medida que mires hacia atrás que los momentos sobresalientes, los momentos cuando realmente viviste, son los momentos cuando has hecho las cosas con el espíritu del amor.” -Henry Drummond
Afirmación del Día:
“El amor me hace prosperar.”
La Acción del Día:
- Lee tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de Agradecimientos.
- Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso.
- Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
- Continúa con el ejercicio del día de ayer