En su libro, La Ley y la Promesa – Neville Goddard, el escritor Neville Goddard cuenta la historia de un joven quien experimentó de primera mano lo poderosa que puede ser la imaginación como una herramienta para bendecir a los demás.
Un pordiosero se le acercó a un joven para pedirle dinero para comprar comida. Debido a la forma en la que fue criado, el joven le dio todo el dinero que traía en su bolsa, aun cuando en ese momento, sus finanzas eran insuficientes para cubrir sus propias necesidades. Sin embargo, unas cuantas horas más tarde, se le acercó nuevamente el mismo pordiosero, quien ahora se encontraba completamente borracho.
“Estaba yo tan enojado,” le dijo el joven a Neville, “tan solo de pensar que el dinero que yo tanto necesitaba había sido utilizado de tal forma, que me prometí en ese momento que nunca más escucharía la plegaria de un pordiosero. A lo largo de los años, mantuve mi promesa, pero cada vez que me rehusaba a darle algo a alguien, mi consciencia me lo recalcaba. Me sentía tan culpable que hasta me desarrollé un fuerte dolor estomacal, pero no me podía permitir ser un poco flexible al respecto.
“Hace poco, un hombre me detuvo mientras paseaba mi perro y me pidió dinero para comprar algo para comer. Siendo fiel a la promesa que me hice, se lo negué. Fue amable a pesar de mi respuesta. Hasta admiró a mi perro y habló de una familia en Nueva York que conoció que criaban perros Cocker Spaniel. ¡Esta vez, mi consciencia realmente me estaba molestando! Cuando se fue quise actuar la escena de nuevo, como me hubiera gustado que hubiese pasado, así es que me detuve ahí en la calle, cerré mis ojos unos cuantos segundos y reviví la escena de forma diferente. “En mi imaginación, vi al mismo hombre acercarse a mi, pero en esta ocasión el se acercó a mi admirando mi perro. Después de que platicamos un rato, me imaginé como me decía, ‘No me gusta pedirte esto, pero verdaderamente necesito algo para comer. Tengo un trabajo que comienza mañana en la mañana, pero he estado sin trabajo y esta noche tengo mucha hambre.’ Entonces metí la mano en mi bolsa imaginaria, y saqué un billete de cinco dólares imaginarios y se los di amablemente. Este acto de mi imaginación inmediatamente disolvió mi culpa.
Cuatro meses después, cuando caminaba con mi perro, el mismo hombre se me acercó y comenzó a conversar de nuevo conmigo admirando a mi perro. ‘He aquí un hermoso perro,’ dijo. ‘Joven, no creo que me recuerdes, pero hace algún tiempo te pedí dinero y muy amablemente me dijiste que no. Digo que amablemente, porque si me lo hubieras dado, seguiría pidiendo dinero. Entonces, conseguí un trabajo a la mañana siguiente y ahora, voy mejor y tengo algo de autoestima de nuevo.’ “Yo sabía que el trabajo era un hecho,” el joven le dijo a Neville, “cuando lo imaginé aquella noche hace cuatro meses, pero no puedo negar la inmensa satisfacción que me dio el que se apareciera de nuevo para confirmarlo en persona.”
Aunque el joven de la historia no lo supo, lo que hizo con su imaginación fue enviar una bendición, envolviendo al pordiosero en una imagen de algo que sabía que podía ser. Una bendición es nuestra buena disposición para ver lo bueno, para visualizar el mejor resultado, para ver prosperidad en lugar de pobreza y alegría en lugar de tristeza. Cuando bendices algo o a alguien, estás invocando a lo Divino, estás viendo el bien aun en las circunstancias donde parece imposible que prevalezca el bien.
Una bendición es un acto de fe, una afirmación de lo bueno dicha en la cara de la adversidad, el deseo de agarrarse de lo invisible mientras que te sostienes en la sombra de lo que aparenta ser. Como el joven en la historia, debemos desear ver todo como nos gustaría que fuera y debemos abrazar esa imagen. Cada uno de nosotros tiene ese poder en su interior y lo utilizamos constantemente, nos demos cuenta o no. O lo usamos para llamar el bien y para bendecir lo que está en frente de nosotros, o aceptamos únicamente lo que nuestros ojos nos dicen que está en frente de nosotros. Y una gran cantidad de veces al día podemos elegir como utilizaremos esta
fuerza.
Pensamiento del Día:
“Existe una gran diferencia entre el deseo a resistir una actividad y la decisión de cambiarla. El que cambia una actividad, actúa; mientras que el que resiste una actividad, reacciona. Uno crea y el otro perpetúa.” –Neville Goddard
Afirmación del Día:
―Elijo ser una bendición en el mundo a mi alrededor.
Jimmy, amigo de Kate, es fabricante de velas. Un muy buen fabricante de velas. Es tan bueno, que sus velas de soya con increíbles aromas y diseños se venden en todo el mundo. Jimmy no es sólo un fabricante de velas, es un fabricante de velas exitoso.
Si le preguntan a Jimmy el secreto de su éxito, él les dirá que son las bendiciones, porque prácticamente desde el día que comenzó con su negocio de velas, hace más de diez años, Jimmy se ha dedicado a bendecir sus velas.
Diariamente, junto con otros miembros de su equipo, le da amor y paz y energía sanadora a cada vela que está siendo creada, imaginándose que la bendición se queda en cada jarro junto con la cera y el aroma. Jimmy entiende que éste es un mundo de energía y que cuando le mandamos buena energía a algo, el resultado es que de ahí emana buena energía también.
Y a veces esa energía buena sale de las formas más inesperadas.
Hace algunos años, mientras estaba felizmente preparando y bendiciendo sus velas, Jimmy no se había preparado para el cambio dinámico que estaba a punto de ocurrir en su vida. Llegó a trabajar una mañana y descubrió que ya no tenía compañía. Su consejo directivo, considerando que el simple hecho de bendecir para que un plan de mercadotecnia tuviera éxito no era suficiente, lo “votaron” fuera de la empresa.
Aquí es cuando Jimmy podría haberse realmente enojado y probablemente nadie lo habría culpado. Pero en lugar de enfurecerse, Jimmy se fue de viaje en un crucero. Se relajó, eliminó todos los juicios dañinos en él y entonces, una vez concluido el crucero, inició la creación de una nueva compañía, bendiciéndola como lo había hecho con la primera. Muy pronto, la nueva compañía estaba mucho mejor que la vieja.
Así funcionan las bendiciones. Eliminan el ardor.
Convierten lo que parece totalmente imposible en algo infinitamente posible y transforman una tragedia en un triunfo y lo hacen de manera rápida y sin problemas.
Cuando vamos por el día bendiciendo, literalmente tejemos el mejor resultado posible para cada situación en nuestras vidas. El bendecir nos coloca en un buen lugar.
Acción del Día:
- Lee de nuevo tu Plan de Negocio para la Prosperidad.
- Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces.
- Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo.
- Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
- Comienza a desarrollar un plan para bendecir. Pregúntate acerca de cómo puedes incorporar más bendiciones en tu vida diaria y registra tus respuestas en tu Diario de Bendiciones. Y aún más importante, una vez que hayas encontrado nuevas formas para bendecir, bendice. Es lindo pensar en bendecir algo o a alguien. Definitivamente es mucho mejor bendecir.
“No importa lo que me pase hoy, puedo bendecir”
“Las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros y dentro de nuestro alcance, pero cerramos los ojos, y, al igual que la gente en la oscuridad, nos tropezamos con la misma cosa que buscamos, sin encontrarla.” — Seneca